viernes, 3 de julio de 2020

DIDACTA MAGNA

Once the Christian doctrine settled down in the “formation” and “education” of the population, Roman liberal pedagogy was radically abandoned and (chance and money) games or any other pleasant form of learning, for example, were considered vices in themselves and background for other vices and perversions. Diego Laínez, Jesuit of the 16th century, wrote: “Besides, we have to avoid idleness and anything else that promotes lust, overeating, and other vices... The lazy individual will not study, for he feels he is wise... we must avoid playing games, which imply a waste of time and money, greediness, robbery, blasphemy, infamy, and death...”
Practically the whole Middle Ages went by in this manner. It was not until 1628 that the famous Didactica Magna appeared. Comenius, its author, lived during the 17th century in what we know today as the Czech Republic. He is considered to be the father of modern pedagogy. Didactica Magna is a very interesting essay on pedagogic systematisation in which the fundamental principle is a confident optimism on mankind’s perfectibility and the power of education to improve man and society. Comenius was the first to structure a language course, for he already emphasised that children should study and perfectly learn Latin. In the 17th century, Rabelais explains how Gargantua instructs himself by means of card games, and Locke pretended to teach reading by means of dice. But it was not until the 19th century with Pestalozzi that new impulses appeared when trying to establish teaching as a pleasant form of knowing and learning, stimulating the creativity of the individual. More humanising “systems,” such as those by M. Montessori and Rudolf Steiner, later appeared. These two teaching approaches, following the tradition of Pestalozzi, indeed include the whole individual, both in his intellectuality and his emotivity, triggering creativity in a unifying and pleasant manner.

Una vez bien establecida la doctrina cristiana dentro de la “formación” y “educación” del pueblo, la pedagogía liberalizadora de los romanos fue abandonada radicalmente y el juego (de azar o de apuestas) o una forma placentera de aprender, por ejemplo, fue considerado como un vicio en sí mismo y como matriz y fondo de otros vicios y perversiones. “Además”, escribía en el siglo XVI el jesuita Diego Laínez, “hemos de huir del ocio y de todo cuanto fomente la lujuria, la gula y otros vicios... el perezoso, por creerse sabio, no estudia... hay que evitar el juego, que conlleva pérdida de tiempo y dinero, avaricia, hurtos, blasfemias, infamia y muerte...”
Así pasó prácticamente toda la Edad Media. No fue sino hasta el año 1628 en que aparece la famosa Didáctica Magna, escrita por Comenio, el cual vivió en lo que hoy conocemos como la República Checa, en el siglo XVII. Se le considera el padre de la pedagogía moderna. La Didáctica Magna es un ensayo muy interesante de sistematización pedagógica en el que se parte del principio fundamental de un confiado optimismo en la perfectibilidad del género humano, y en el poder de la educación para mejorar al hombre y a la sociedad. Fue el primero en estructurar un curso de idiomas, ya que enfatizaba que los niños deberían estudiar y aprender perfectamente bien el latín. Por el siglo XVIII Rabelais explica cómo Gargantúa se instruye con juegos de cartas, y Locke pretendía enseñar a leer con dados. Pero no fue sino hasta el siglo XIX con Pestalozzi cuando aparecieron nuevos impulsos al intentar plantearse la enseñanza como una forma placentera de conocer y aprender, estimulando la creatividad del individuo. Posteriormente aparecieron “sistemas” más humanizadores como los de M. Montessori y Rudolf Steiner . Estos dos enfoques de la enseñanza, siguiendo la tradición de Pestalozzi, sí abarcan de lleno la totalidad del individuo, tanto en su intelectualidad como en su emotividad, disparando la creatividad de una forma realmente unificadora y placentera.

No hay comentarios:

Publicar un comentario